El boom de la cerveza artesana ha llegado también a la República Checa, donde han pasado de contar con una microcervecería en los años 90 a las 250 actuales. Y el número no deja de crecer, ya que cada mes nacen dos o tres nuevas mini-cervecerías, la mayoría dentro de bares o tabernas.
La ley permite a los ciudadanos checos elaborar hasta 200 litros de cerveza para consumo propio sin pagar impuestos por ello. Las mini-cervecerías, que no pueden superar los 10.000 hectolitros anuales, sí que pagan impuestos, pero en escala reducida.
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